lunes, 26 de mayo de 2014

Es la política. Imbécil!!!


Por Arq. Guillermo Meyer

Un Premio Nobel de Economía decía que existen cuatro tipos de países: los desarrollados, los subdesarrollados, Japón y Argentina. No se podía explicar como un país devastado por la guerra y sin recursos naturales pudo en poco tiempo convertirse en una de las primeras economías del mundo. Del mismo modo era imposible entender como Argentina, privilegiada en cuanto a disposición de recursos naturales y una población con un nivel cultural destacado, haya entrado en una espiral de decadencia cada vez más profunda.

Por eso es inconducente analizar la realidad de nuestro país sin considerar la calidad de las instituciones políticas. Esto es porque el éxito o el fracaso de un país dependen, fundamentalmente, de cómo la política determina la economía.

A partir de la Organización Nacional, nuestro país experimentó un extraordinario crecimiento impulsado por un modelo agroexportador. La pequeña élite que se dedicaba a esa actividad detentaba el poder político y había organizado la sociedad en su propio beneficio. Pero ese modelo no sería sustentable a futuro si no se aprovechaba ese crecimiento para avanzar hacia la innovación y diversificación productiva acompañadas de una mejor distribución de los ingresos y las oportunidades. Si bien esto hubiera sido un importante avance para el país, también implicaba un serio riesgo para las ventajas consolidadas de esa élite. No podían permitir que nuevos actores generaran riqueza; no podían, por lo tanto, permitir el florecimiento pleno de una democracia que los obligara a compartir el poder político.

Finalmente, la lucha y el empuje de amplios sectores de la sociedad por obtener protagonismo político y social dieron sus frutos cuando, en 1916, lograron acceder al gobierno a través de la Unión Cívica Radical. El radicalismo gobernó hasta 1930, cuando Hipólito Yrigoyen fue derrocado mediante un golpe de estado. En ese momento Argentina era uno de los países más importantes del mundo.

Durante entonces hasta la recuperación definitiva del sistema democrático en 1983, el país fue gobernado 11 años y 4 meses por los conservadores y su “Fraude Patriótico”, 21 años y 8 meses por gobiernos de facto, 3 años y 11 meses por la UCRI, 2 años y 8 meses por la UCRP y 12 años y 1 mes por el Partido Justicialista como máximo exponente del populismo vernáculo.

En 1983 se produjo un importante cambio cultural que significó una bisagra en la historia del país. El recuerdo de los oscuros años vividos, el Juicio a las Juntas y la prédica de Raúl Alfonsín convencieron a los argentinos de nunca más permitir gobiernos de facto ni  tolera horrores como los que estos produjeron. A partir de entonces hasta la fecha, el Partido Justicialista gobernó 22 años y 11 meses mientras que la Unión Cívica Radical lo hizo 7 años y 7 meses.

Tanto los gobiernos de facto como los populistas, priorizaron su propia permanencia en el poder por sobre todas las cosas; a veces desatando cruentas luchas entre sus propias facciones. A pesar de que en cada período hablaban de un nuevo país y usaban palabras como “revolución”, finalmente siempre reprodujeron el mismo sistema consistente en obtener el poder y conservarlo a toda costa. Tenían muy claro un proyecto de poder; pero nunca tuvieron, ni les importó tener, un proyecto de país. La recuperación de la Democracia dejó atrás el período de golpes militares y aseguró la libertad, sin embargo el éxito político del populismo siguió poniendo en práctica una concepción del poder que, en esencia, es la misma que desde hace décadas nos viene llevando de fracaso en fracaso.

Esta forma de concebir el poder se caracteriza por:

-          Un líder carismático. Erigen un líder presentado como el salvador de la Patria, una suerte de caudillo al que se le deben confiar los destinos de la Nación. Se pretende que el ciudadano ceda a esta figura paternal su protagonismo y su responsabilidad como individuo, desentendiéndose de los problemas comunes. El debate político pasa a girar en torno a la lealtad debida a ese líder, mientras que el debate de ideas queda en un lugar marginal. Pero cuando las esperanzas puestas en ese líder se ven defraudadas, se lo reemplaza por otro, que hereda el apoyo popular y garantiza la continuidad del mismo esquema en el poder.

-          Capitalismo de amigos. Se establece una fuerte sinergia entre poder político y poder económico. Los primeros buscan la permanencia en el poder y el otro hacer negocios a costa de los intereses de la mayoría. A veces se suceden conflictos de intereses que hacen que los empresarios amigos cambien y sean reemplazado por otros que se convierten en los nuevos ricos de ese período populista. Cartelización de la obra pública, exenciones impositivas y complicidad para eludir limitaciones legales son moneda corriente.

-          Discurso de “moda”. El populismo siempre buscó maquillarse según el clima de época; fueron la “Argentina del Primer Mundo”, luego el “Modelo Nacional y Popular” y ahora cada vez hay más en la línea esperemos a ver qué onda. A pesar de las diferencias en el discurso, coinciden en la total ausencia de compromiso real con la postura ideológica proclamada.

-          Relato épico. Transforman su posición política en una cuestión identitaria cuasi religiosa. Para eso desarrollan un relato dirigido a instalar creencias, de manera que la adhesión sea una cuestión de fe donde no importan los hechos, ni los argumentos, ni las explicaciones. De esa manera su posición política se convierte en una cuestión identitaria cuasi religiosa, es decir, hay creer y no pensar. Entonces, la fe ciega y cegadora en la certeza absoluta de una visión de la realidad hace que muchos sientan que con su adhesión cooperan con una empresa épica, aunque eso signifique secundar y transigir con cosas que tal vez repugnen moralmente. Así es como muchos aún se tragan sapos, mentiras y excusas en nombre de la expansión de un supuesto modelo nacional y popular cuando único que se expande es el patrimonio personal de funcionarios y amigos.

Siempre las sociedades han necesitado certidumbre sobre su presente y futuro; creer en algo. Si bien el auge de las comunicaciones facilita el acceso a la información sobre lo que sucede, cuando la inmediatez y la superficialidad son culturalmente dominantes se dificulta el discernir entre lo verdadero y lo falso. Esa preponderancia de las apariencias facilitó a los malos gobiernos mentir, omitir, exagerar, engañar y descontextualizar para sostenerse en el poder.

-          Cortoplacismo. Para asegurar el éxito electoral necesitan generar en la población una sensación de satisfacción a modo de placebo. Por ese motivo concentran todo el esfuerzo en aquellas políticas que producen efectos positivos a corto plazo, aunque comprometan negativamente el largo plazo. La falta de planificación a futuro y los cambios bruscos de orientación política impulsados por el mismo partido de gobierno, llevan indefectiblemente al estancamiento. Por ejemplo, los mismos hace una década privatizaron mal, hoy estatizan también mal; en ambas transacciones siempre el Estado resultó perdedor.

La satisfacción de lo inmediato muchas veces significa renunciar a la posibilidad de desarrollo en el fututo. La inmediatez está instalada en toda la sociedad y el populismo lo entiende y lo utiliza. Los argentinos creyeron en la “plata dulce” de los 70, el “uno a uno” en los 90 y ahora en el crecimiento a tasas chinas. Muchos disfrutan mientras duran esas “fiestas” y toleran la irresponsabilidad y la corrupción del gobierno a cambio de compras en cuotas o algún viaje al exterior. Sin embargo esos períodos siempre terminaron en crisis de gran magnitud que, a pesar de quedar en la memoria colectiva de los argentinos, no han servido como aprendizaje para evitar caer siempre en la misma trampa. Durante los 90 la sensación de bienestar fue financiada con endeudamiento externo y en el 2001 estallaron las consecuencias. Ahora esa “fiesta” se financia desperdiciando las ventajas de los altos precios internacionales de nuestros productos, pateando deudas hacia adelante, echando mano a los recursos del ANSES y dilapidando las reservas del BCRA.

-          División de la sociedad. Para asegurar el apoyo popular buscan generar el temor a las consecuencias de una eventual derrota del gobierno. Para ello es necesaria la existencia de enemigos que encarnen los peores temores de la sociedad. Para asegurar esa conveniente polarización esos terribles enemigos son metidos en la misma bolsa que el resto de la oposición de manera que los atributos negativos de unos se trasladen también a los otros. No aceptan matices, si no se está a favor de algo, es porque se está en contra. Al instalar la idea de que el grupo que gobierna debe triunfar sí o sí para salvar al país, justifican el arremeter contra todo aquello que signifique un obstáculo a un supuesto mandato histórico; no importa si se trata de la República o la Constitución Nacional.

Ese rechazo al diálogo y el pluralismo, y la consecuente degradación en la calidad del debate político, permite esconder las debilidades del relato oficial. Quien tiene seguridad en sus convicciones acepta gustoso la crítica y el debate porque sabe que sus ideas pueden resultar fortalecidas; en cambio, esto es inconveniente cuando no existen convicciones o cuando las verdaderas intenciones son inconfesables

-          Clientelismo y utilización de los pobres. La pobreza no se debe a la ignorancia, torpeza o incapacidad de quienes gobiernan, sino a decisiones tomadas con la intención de sostener esa situación. Se aplica una suerte de “teoría de las migajas” consistente en satisfacer las necesidades inmediatas de a una franja de la población, pero sin resolver su situación de vulnerabilidad. De esta manera los más pobres son convertidos en rehenes permanentes de un gobierno que les entrega “migajas” a cambio de obediencia.

El quiebre de la voluntad de millones de personas para reducir sus expectativas a la mera subsistencia genera dependencia, esta es fundamental para la creación de redes clientelares, las que a su vez forman parte de la maquinaria electoral del oficialismo. Esta concepción del poder ve a los pobres como clientes y no como ciudadanos. Esto explica por qué en la actualidad la pobreza es igual o mayor que en los años 90, a pesar de que en esta última década el gobierno dispuso de un volumen de recursos como ningún otro.

De esta manera jamás lograremos un desarrollo económico con equidad e igualdad de oportunidades que garantice una mejor calidad de vida para todos hasta que no resolvamos las causas políticas que lo impiden.

Actualmente estamos siendo testigos del final de un ciclo populista. Del mismo modo que ex menemistas renegaron de esa pertenencia para convertirse en duhaldistas y luego en kirchneristas, ahora, silbando bajo, buscan una nueva figura para seguir recreando la misma lógica y práctica política. Posiblemente la presidente y sus laderos más cercanos serán convertidos en chivos expiatorios mientras que los demás, cual Afrodita renovando su virginidad con un simple baño de mar, reaparecerán hablando de la necesidad de lo nuevo y de la renovación. Nos dirán que son los únicos que pueden gobernar y rescatarnos de los desastres que ellos mismos ayudaron a provocar; nos dirán que nos llevarán a un país de ensueño del que nos han alejado durante tantos años de gobierno. Son los mismos gobernadores feudales, los mismos barones del Conurbano, las mismas redes clientelares, los mismos funcionarios de gobiernos corruptos.

Las únicas excepciones a esta lógica de construcción política han sido los gobiernos radicales que han debido heredar crisis muy fuertes y enfrentar a su vez una oposición virulenta y ansiosa de recuperar el poder lo antes posible. No es casual que dieron los únicos presidentes que no se han enriquecido en el poder. Fueron los que han planteado cuestiones que hacían a una transformación política y social profunda y a largo plazo y con un proyecto de país: primeras leyes favorables a la clase obrera; creación de YPF; promoción y defensa de la modernización de la universidad pública reformista de 1918; planes de alfabetización; defensa de los intereses nacionales frente a la prepotencia foránea; el Juicio a las Juntas,; obras públicas pensando en el futuro como hospitales, escuelas, obras hidroeléctricas y ferroviarias; logro del autoabastecimiento energético; planteamiento de propuestas estratégicas como el traslado de la Capital, etc. El populismo, sin proyecto de país ni ataduras éticas avanza rápido, pero sin dejar nada en concreto, en cambio quien respeta la república y es consecuente con sus valores e ideales, avanza muy lentamente; pero de manera concreta y firme.

Para no caer nuevamente en las mismas trampas, los argentinos debemos reconocer nuestras propias fallas morales y entender que no hay beneficio individual si no se realiza el bien común; debemos dejar atrás la “viveza criolla” y el miedo a parecer tonto por ser honesto. No hay posibilidad de salida cuando en un país quien hace las cosas bien pierde y el que hace las cosas mal gana; estamos perdidos si creemos que la salvación pasa por fagocitarnos unos a otros.

Para que un país avance es necesario que tenga instituciones políticas de calidad; para ello es necesario que haya partidos políticos fuertes que discutan proyectos en lugar de nombres o fotos. No habrá instituciones sólidas si dependen de agrupaciones cuya estabilidad depende de la ubicación en las encuestas de una figura estelar.

Debemos apostar a un gobierno que tenga entre sus principales preocupaciones lograr que todos los habitantes tengan la posibilidad de desplegar sus capacidades; como también incentivar el surgimiento y materialización de buenas ideas. Para eso es fundamental un sistema educativo que vuelva a ser motor de la movilidad social e incentive el talento incipiente. Quien sabe, tal vez alguien que podría haber sido Premio Nobel se encuentra en estos momentos viviendo en la extrema miseria o en la calle por el solo hecho de haberle tocado nacer en un hogar marginado sin oportunidades ni expectativas.

No se trata de sustituir un nombre por otro nombre; para salir de esta decadencia necesitamos derrotar una forma de entender el poder político. Ya sabemos por experiencias anteriores que cambiar las cosas no es algo sencillo. Hacerlo significa afectar intereses corporativos tanto en lo político como en lo económico; y estos no se van a quedar quietos. Sabemos que va a ser difícil pero vale la pena intentarlo; y vale la pena porque es la única alternativa que tenemos para que nuestro país sea un mejor lugar para vivir.

domingo, 18 de mayo de 2014

Elefante Blanco

Por Guillermo Meyer

Este edificio se encuentra dentro de la Villa 15, también conocida como Ciudad Oculta, en el barrio porteño de Villa Lugano. Fue proyectado en 1923 y financiado mediante una colecta pública y un subsidio aprobado por el Congreso de la Nación por iniciativa del senador Alfredo Palacios. El objetivo de la Liga Argentina contra la Tuberculosis era instalar allí el Instituto de la Tuberculosis. Las obras se iniciaron en 1938. Al otro año ya había alcanzado sus 14 pisos, sin embargo tiempo después la obra sería abandonada. En 1948 el edificios fue expropiado por el gobierno nacional durante la presidencia de Juan Perón con la idea de convertirlo en el hospital más grande de Sudamérica. Nunca llegó a ser completado y el proyecto fue abandonado luego de la Revolución Libertadora en 1955. En 1957 el edificio fue reintegrado a la Liga Argentina contra la Tuberculosis, pero la falta de fondos impidió la continuación de la obras. En 1965 la Liga ofreció el predio a la Municipalidad, que lo aceptó ofreciendo a cambio un terreno sobre la calle Uriarte donde actualmente funciona la Liga.

En la actualidad este edificio es el lugar donde viven unas 100 familias en casillas precarias distribuidas entre el primer y segundo piso. Los sanitarios de estas casillas descargan directamente los desechos cloacales a los subsuelos, los cuales se encuentran totalmente inundados por estos desechos, a los que se suman montañas de basura. Los vecinos conviven diariamente con olores nauseabundos, humedad, ratas, mosquitos; y el riesgo de enfermedades que esto conlleva.

En agosto 2007 la presidente Cristina Fernández, en el marco de la campaña que la llevaría a la presidencia, anunció desde ese lugar junto a las autoridades de la Asociación Madres de Plaza de Mayo la construcción dentro del edificio de un anexo de la Universidad Popular de las madres, una escuela primaria, una secundaria, un centro cultural, una fábrica de pastas y el Jardín de Infantes de la Misión Sueños Compartidos. Ese mismo año el Jefe de Gobierno de la Ciudad, Jorge Telerman firmó con Hebe de Bonafini el convenio de permiso de uso a favor de la Fundación de las Madres para realizar allí todos los emprendimientos que había mencionado la presidente meses antes. Estos emprendimientos quedaron en simples carteles, con excepción del jardín de infantes que funcionó hasta el estallido del escándalo de corrupción en el que se vio envuelta la Misión Sueños Compartidos.
No solo esos proyectos quedaron abandonados, sino también las 98 familias que quedaron viviendo en el primer y segundo piso del edificio y otras 300 que viven casillas que rodean el edificio.

Como se puede verificar en las fotografías tomadas en una visita reciente, las condiciones de vida en el lugar son las peores que nos podemos imaginar. Durante el acto de campaña de agosto de 2007 la presidente hablaba de la construcción de símbolos, pues aquí vemos entonces un símbolo de lo que algunos llaman “Década Ganada”.
Finalmente la justicia dictó una resolución por la cual se ordenó al GCBA limpiar los subsuelos y los tanques de agua; proveer agua potable y cloacas; fumigar y desratizar. Estas medidas, en caso de concretarse, serán bienvenidas, sin embargo no constituyen más que un paliativo tardío que no alcanza a resolver esta situación en toda su complejidad. Deja, además, de lado a las 300 familias asentadas en los alrededores del edificio cuyas condiciones no son mucho mejores.


Como sucede con muchas otras cuestiones que quedan fuera de las prioridades del marketing electoral, tanto el gobierno nacional como el de la ciudad se han desentendido durante años. Aquí nuevamente verificamos que el crecimiento sin precedentes, en cuanto a ingresos públicos, con el que se han visto beneficiados en los últimos años tanto el gobierno nacional como el de la ciudad, no se ha traducido en políticas serias para acabar definitivamente con estas situaciones que dañan no solamente la dignidad de estas personas, sino la de toda la sociedad.














































jueves, 24 de abril de 2014

Titanes caídos

Vandalismo oficial contra el Patrimonio de la Ciudad

Por Guillermo Meyer

La Ciudad es un hecho cultural y su Patrimonio Urbano constituye los signos donde sus habitantes se identifican y reconocen. Para quien quiera observar, cotidianamente podemos disfrutar de arquitectura, perspectivas y arte. Pensados originalmente como objetos y lugares en si mismos, pero que finalmente se transformaron en la propia identidad de la ciudad y de quienes la habitamos.

El arte en el espacio público cumple un rol igualador y a la vez integrador al darnos todos por igual la posibilidad de disfrutar de arte público de calidad, sin importar la situación social de cada uno. En ese sentido Buenos Aires siempre se ha destacado por sus monumentos.

Lamentablemente en los últimos años en los que el individualismo se ha ido apoderando de la sociedad y, como consecuencia, nos fuimos encerrando más en los ámbitos privados. De esta forma el Espacio Público ha comenzado a dejar de ser considerado como un lugar de aprendizaje y disfrute para convertirse en una suerte de conducto de paso entre un espacio privado y otro.

Este proceso de desintegración es revelado por el creciente vandalismo sobre los monumentos públicos a manos de aquellos que sienten que lo público ya no les pertenece, y el desinterés absoluto por parte de los demás. Este vandalismo de manos anónimas sobre nuestro patrimonio es grave; pero lo es mucho más cuando el que lo provoca es aquel que tiene la obligación de defenderlo. Podemos citar a modo de ejemplo el maltrato al Monumento a Colón por parte del Gobierno Nacional con el mezquino fin de construir un discurso afín a sus necesidades políticas.

El Gobierno de la Ciudad no se ha quedado atrás. El tótem de 21,5 metros donado por el Gobierno de Canadá y que desde ese año se erguía en la plaza del mismo nombre desde 1964, fue retirado (o mejor dicho, talado y seccionado) en 2008 con el argumento de que iba a ser restaurado. La desidia y brutalidad con la que fue tratado, obligó al Gobierno de la Ciudad a solicitar a Canadá otro tótem para su reemplazo. Finalmente en nuevo tótem, pero de 12,9 metros, fue colocado en 2012.

Este papelón no fue suficiente. En 2009 y durante la renovación de la Plaza Colombia de nuestro barrio de Barracas, fue retirado el conjunto escultórico conocido como Izamiento de la bandera, obra de julio César Vergottini. Dicha obra esta constituida por cinco grandes “titanes” de bronce de una tonelada cada uno, ubicados alrededor del mástil central de la plaza y allí se encontraba emplazada desde 1940.

Vergottini fue el autor de obras como los mausoleos de Alfonsina Storni y Celedonio Flores en el Cementerio de la Chacarita, el busto de Hilario Ascasubi en el Rosedal, el Monumento a la Madre en Saladillo, entre muchas otras obras. En 1950 fue distinguido con la Orden del Tornillo de Oro por Benito Quinquela Martín.



















Ante la insistencia de organizaciones barriales de Barracas, en 2012 el Gobierno de la Ciudad reconoció que las esculturas resultaron dañadas, sobre todo en la parte inferior donde se encuentran los anclajes que los afirmaban a la base del mástil. Se excusaba por la demora en la dificultad en encontrar un artista apto para realizar la tarea de reparación y reemplazamiento y en la falta de presupuesto. Tendrían que haber pensado en contar con ese artista apto y en el presupuesto necesario antes del retiro de la obra, de manera de evitar los daños provocados. Actualmente esta obra se encuentra tirada a la intemperie en la playa de estacionamiento de la Dirección de Monumentos y Obras de Arte.





























Esta desidia y falta de planificación denota el más absoluto desinterés por obras irreemplazables. Pudieron pedir un nuevo tótem al Gobierno de Canadá, pero en este caso eso no va a poder ser posible, Julio César Vergottini falleció en 1999.Sin embargo los vecinos comprometidos de Barracas sentimos que se nos ha arrancado una parte de nosotros. Sin embargo Barracas no se quedará en silencio hasta que sus cinco titanes se incorporen y vuelvan a izar la bandera en el mástil de Plaza Colombia.

lunes, 31 de marzo de 2014

A 5 años

Por Guillermo Meyer

Según el diccionario, evocar significa “traer algún recuerdo a la memoria”. Evocar siempre es llamar al pasado, sin embargo esto puede hacerse desde distintas actitudes. Una puede ser la melancólica. Otra la estrictamente analítica considerando el pasado como algo definitivamente clausurado. A 5 años de su fallecimiento, preferimos recordar la figura de Raúl Alfonsín de otra manera, desde una actitud activa que cumpla el doble propósito de evocar el pasado mirando al futuro.

Raúl Alfonsín nos pasó una antorcha, se trata de ideas, valores y principios que históricamente ha defendido el radicalismo. Porque si hubo un Alfonsín fue porque hubo un partido como la UCR.

En 1983 lideró un gran cambio cultural que dejó atrás los golpes militares y consolidó la democracia entendida como una forma de vida. Nuestro desafío, nuestra responsabilidad como portadores de la antorcha que Alfonsín nos legó es ir hacia un nuevo cambio cultural que signifique dejar atrás la corrupción, la pobreza y la falta de valores. Se trata de perseverar en esa tarea de hacer de Argentina un mejor lugar para vivir.



lunes, 10 de febrero de 2014

Villas. Marginación vs Integración

Por Arq. Guillermo Meyer 

Ya han pasado más de tres años desde la toma del Parque Indoamericano en 2010. En el olvido quedaron los enfrentamientos entre vecinos, las conferencias de prensa de nuestros gobernantes deslindando responsabilidades y las promesas de una solución de fondo. Esto no debería sorprendernos en un país donde la planificación a largo plazo, a través de políticas de estado, es reemplazada por una sucesión de reacciones espasmódicas a medida que los problemas van apareciendo; muchas veces en forma de tragedia. Estas reacciones consisten en pomposos anuncios que rara vez se concretan, quedando todo en el olvido hasta que las mismas situaciones vuelven a repetirse. Y se seguirán repitiendo mientras sigamos corriendo detrás de los problemas en lugar de anticiparnos a ellos.

A pesar del intento del INDEC por mostrar que está todo bien, la realidad se empeña en contradecirlo indicando que la población de las villas crece sostenidamente en todo el país.
Solamente en la ciudad de Buenos Aires, comparando los censos de 2001 y 2010,  la población en villas creció en un 52,3% en 10 años; pasando de 107.422 habitantes en 2001 a 163.587 en 2010. Según estos censos las villas que más crecieron fueron la 21-24 (de 16.323 habitantes en 2001 a 29.782 en 2010) y la Villa 31-31bis (de 12.204 habitantes en 2001 a 26.492 en 2010). Algunas villas crecieron ocupando terrenos linderos, como las villas 21-24 y 15 (Oculta), pero cuando los terrenos libres escasean se crece en altura, como las villas 1-11-14 o la 31-31bis.

Además de las villas históricas y más conocidas, d urante ese períodose desarrollaron los denominados Nuevos Asentamientos Urbanos, como La Carbonilla en Paternal, Villa Fraga en Chacarita, Scapino a pocas cuadras de Villa 15, Bermejo – Obrero – María Auxiliadora al otro lado de las vías del FF.CC Belgrano Sur frente a Barrio INTA (Villa 19), Rodrigo Bueno en Costanera Sur, Los Pinos en Soldati, entre los más importantes.

Considerando el rápido crecimiento de las villas en la Ciudad, se estima que en la actualidad viven en ellas aproximadamente 200.000 personas.









Un par de ejemplos sobre la expansión de las villas,
arriba la Villa 21-24; abajo, la Villa 15 (Ciudad Oculta)
y el crecimiento desde 2004 hasta 2014.















Todo esto ha sucedido en un contexto económico favorable que posibilitó a nuestro país crecer en forma continua durante una década. ¿Por qué entonces no se han podido revertir los problemas estructurales del país o, al menos, impedir su agravamiento, si existían los recursos económicos para hacerlo? Una explicación podría referir a la torpeza o ineficacia de quienes gobiernan, sin embargo no es descabellado pensar que se trató de una decisión política perfectamente ejecutada. El populismo no tiene un proyecto de país, sino apenas un proyecto de poder para el cual necesitan clientes en lugar de ciudadanos. Esto es lo más lejano que puede existir a un enfoque progresista de respeto a los derechos humanos del que el gobierno se autodefine como abanderado.

Comúnmente cuando se habla de villas se piensa en tres cuestiones principales, a veces de manera superficial y prejuiciosa: pobreza, hábitat precario y marginalidad.

Pobreza

La pobreza es comúnmente definida como una forma de insuficiencia o insatisfacción en el Desarrollo Humano tomado a nivel social o una situación donde las necesidades básicas son insatisfechas. Dicha “satisfacción” depende mucho del contexto histórico y cultural.

Sin embargo esta definición no es suficiente para comprender la pobreza ya que habría que contemplar otras cuestiones que hacen a esa condición, como ser la consideración de bienes intangibles, historias de vida y familiares o expectativas personales.

No se trata solo de la cantidad de ingresos o de la satisfacción de “necesidades básicas”. En las villas de la Ciudad se estima que solamente el 6% tiene trabajo formal; el 37% trabajo informal y un 26% vive de changas. Los subsidios o la AUH sirven para paliar una situación de emergencia pero no para superar la pobreza. De esta manera se les permite subsistir, pero no recuperar la dignidad que da un empleo o el hacer uso de la libertad para mejorar sus vidas en base a sus propias decisiones y esfuerzo. En cambio se los pretende transformar en obligados dependientes de la ayuda oficial sin ninguna perspectiva de futuro.

El nivel de educación que se puede alcanzar es otro bien intangible a considerar. La mala alimentación, la necesidad de ocuparse en changas a temprana edad y la descomposición de los núcleos familiares hace que muchos que nacen en un hogar pobre no completen sus estudios; por lo tanto nunca accederán a la información y formación necesaria para lograr un empleo digno o ni siquiera logren ser empleables. Con esto la pobreza se reproduce de generación en generación.

Frente a todas estas dificultades que imposibilitan la visualización de una salida, muchos finalmente aceptan resignadamente su situación como algo inevitable producto de circunstancias sobre las cuales no pueden operar. Al perderse la esperanza en un futuro mejor las expectativas se reducen a la mera subsistencia, algunos hasta pueden sentirse en una situación de bienestar sin estarlo realmente. Este quiebre de la voluntad facilita al populismo gobernante sostener una relación de dependencia clientelar; por poco que ofrezca, se va a considerar ganancia.

Es verdad que un alto porcentaje de los habitantes de las villas son inmigrantes extranjeros. En este caso no basta con cuestionarnos nuestra política en materia de inmigración; sino, con una mirada más amplia,  cuestionarnos por qué enormes áreas de nuestro país están prácticamente deshabitadas mientras que el 38% de la población vive concentrada en el 1% del territorio. o por que no existen incentivos y oportunidades en esas áreas deshabitadas. Si existiera un proceso de desarrollo en la totalidad de las regiones del país seguramente disminuiría la concentración de habitantes en las villas, tanto de extranjeros como de argentinos.

Hay quienes afirman que “pobreza hubo siempre”. Es cierto que la pobreza urbana creció a la par del desarrollo de las ciudades y la industria. Se constituyó con la inmigración del campesinado hacia los centros urbanos buscando empleo y nuevas oportunidades. Sin embargo, se experimentaba un proceso de integración a una nueva dinámica económica, productiva y social donde, en mayor o menor medida, existía movilidad social. La posibilidad de acceso a un empleo y a la educación brindaba a las familias esperanzas en el futuro de sus hijos. “M´hijo el dotor” era una orgullosa exclamación de campesinos analfabetos, obreros e inmigrantes que llegaron al país sin nada. Luego de desacertadas políticas económicas, esa promesa desarrollo económico y productivo se esfumó dejando a una gran franja de la población fuera del sistema.

Nos equivocamos si pensamos que la pobreza es un problema del otro. Una sociedad con altos niveles de pobreza denota falta de solidaridad, de igualdad de posibilidades y de justicia social. Por lo tanto no solo está en crisis la dignidad de quien sufre la pobreza, sino la de toda la sociedad en su conjunto.

Hábitat precario
A diferencia de otros hábitat precarios que fueron alguna vez construcciones con un buen nivel de calidad y que posteriormente sufrieron un grave proceso de deterioro (casas tomadas, inquilinatos y conjuntos habitacionales), las villas nunca alcanzaron niveles suficientes en cuanto a su completamiento y calidad ambiental. Son el resultado de un proceso de ocupación espontáneo y no planificado de un terreno fiscal o privado de muy bajo valor, como baldíos inundables, basurales, viejas instalaciones ferroviarias o industriales en desuso. El modo de tomar posesión del suelo es la que mejor le parece a cada ocupante. Al principio el nivel de densidad es bajo. Las viviendas primitivas son de materiales muy pobres, como cartón, madera, chapa, sin instalaciones de ningún tipo y apenas con una letrina. Con el paso del tiempo, estos barrios se densifican, las construcciones se consolidan y se utilizan materiales tales como ladrillos y hormigón. De todos modos la precariedad y la incertidumbre permanecen por lo que las construcciones nunca dejan de tener el carácter de precarias.

A la izquierda, vivienda precaria en el asentamiento Elefante Blanco, las
cloacas desembocan en el subsuelo del edificio.
A la derecha, interior de una vivienda; la intimidad no es algo muy común.





Muchas viviendas ocupan espacios no aconsejados desde el punto de
vista de la seguridad. A la izquierda la Carbonilla (La Paternal), viviendas
ubicadas peligrosamente a poca distancia del paso del ferrocarril.
A la derecha, viviendas bajo la Autopista en Villa 31bis






A la izquierda, Los Piletones, Lago Soldati y basural.
A la derecha vivienda a la vera del Riachuelo.





















Dentro de estos barrios o en sus cercanías existen escuelas y centros de salud. El servicio eléctrico es abastecido por in tendido a partir de un transformador cuyo consumo es abonado por el Gobierno de la Ciudad. El agua potable a través de extensiones conectadas a la red de AySA que pasa por el perímetro. Igualmente las cloacas. Sin embargo estos servicios dejan mucho que desear, son comunes la falta de presión de agua y las cloacas se tapan recurrentemente por su mala ejecución y colapsan en tiempos de lluvia al estar unificados con el sistema pluvial. Esto es paliado con la visita diaria de camiones atmosféricos y vactor. También es común encontrar zanjas pluviales abiertas a lo largo de los pasillos y donde evidentemente vuelca también alguna cañería cloacal. No existe tendido de gas por lo que se utilizan garrafas, lo cual es más costoso el servicio de Metrogas. El teléfono también es inexistente, por lo que se requiere un mayor presupuesto para comunicarse telefónica al ser el celular el único medio disponible. Los residuos se levantan sobre las calles oficiales o son arrojados al paso de los trenes, los cursos de agua o se acumulan en algunos sectores provocando colosales montañas.

Por eso, a pesar de lo que se cree comúnmente, es un viejo reclamo de la mayoría de los vecinos el poder conectarse a una redes oficiales con medidor y pagar las facturas correspondientes con tal de tener un servicio de mayor calidad. Sin embargo esto no es posible hasta que un proceso de urbanización ordene los lotes y regularice el dominio de cada uno. Mientras ese proceso se demora, la Ciudad soporta el enorme costo de mantener servicios de mala calidad y extendiendo en el tiempo los beneficios de quienes obtienen enormes ganancias de esta situación.

Pasillos con zanjas a cielo abierto (Villa 15 y Villa 21-24)







El tejido de estos barrios en la actualidad es muy compacto y densamente poblado. El acceso a las viviendas se produce en la mayoría de los casos por pasillos, la mayoría muy estrechos impidiendo el paso de automóviles y camiones o ambulancias y bomberos que acuden a una emergencia. Este intrincado sistema conforma un laberinto que solo puede ser transitado por quien pertenece al barrio, lo conoce, y al mismo tiempo es conocido.

Las grandes villas son lugares de altos contrastes, lejos de ser homogéneas presentan diversidad de panoramas: Algunos sectores poseen un alto grado de densidad, con comercios e instituciones barriales, pasajes anchos y pavimentados, viviendas con un mínimo de confort, higiene y servicios. Otros presentan un paisaje más desolador con casillas muy humildes sin servicios, mal edificadas y con signos de degradación, los comercios escasean y las calles son de tierra. Finalmente la miseria en su forma más cruda, con casillas sin ningún tipo de servicio, suelo de tierra y edificaciones de madera y chapa rodeadas de basurales y aguas servidas.

La mala calidad de la construcción, el uso de mampostería de ladrillo 
común de canto para economizar material y el no tener en cuenta que 
el suelo donde se asientan las viviendas no están preparados para 
fundar una vivienda sin recaudos especiales (antiguos rellenos de 
basura y pantanos). Esto hace que sean comunes rajaduras e incluso 
derrumbes. Fotos de Villa 3 y Villa 15.







El avance de las viviendas en sus pisos superiores invade los pasillos
exteriores y dificulta la  ventilación de las viviendas (Villa 1-11-14)












La mayoría de las viviendas poseen un baño, la cocina es además un “living-comedor-dormitorio” y dos o más dormitorios. Los pisos de alisado de cemento o cerámicas, paredes de canto revocadas y pintadas. Entre las deficiencias más comunes podemos citar la falta de puertas, de cielorrasos, de aislamiento hidrófugo, lo que hace a las viviendas muy incómodas e insalubres. La poca superficie del terreno hace que el mismo se ocupe en su totalidad provocando que muchas habitaciones no cuenten con ningún tipo de ventilación. Son muy calurosas en verano, muy frías en invierno y siempre húmedas. Sus habitantes no pueden tener intimidad y viven hacinados. Se pasa de un cuarto a otro por sus interiores, el pasillo o el hall es un lujo y un derroche de espacio que poco se permiten.

Un fenómeno que vemos en los últimos años es el crecimiento en altura de muchas edificaciones. En muchos casos se debe a la construcción de cuartos para alquilar. Quienes alquilan en la villa padecen las peores condiciones: las habitaciones no miden más de 3 x 4 metros, pocas tienen baño privado y la accesibilidad puede ser riesgosa (se ven casos donde se accede a una habitación en un piso alto a través de escalera de hoja simple apoyada en alguna viga o pared). En otros casos el crecimiento vertical se debe al rápido crecimiento de las familias; no es porque tengan muchos hijos (aunque esos casos existen en menor medida) sino porque las parejas se forman muy jóvenes; por ejemplo, suele suceder que los integrantes de una pareja sean padres a los 15 años y abuelos a los 30, y ante la imposibilidad de acceder a una vivienda o a una porción de terreno; construyen sobre la casa de la generación anterior.
También hallamos unas otras viviendas dotadas de artículos, que si bien no son suntuarios, otorgan cierto nivel de confort: estructuras de hormigón, pisos de cerámica, cielorrasos de machimbre, mobiliario nuevo, electrodomésticos etc.
Ejemplos de planta de viviendas comunes en las villas. 
Se caracterizan por la mala distribución y ambientes “encerrados” 
donde la ventilación e iluminación natural están ausentes.






















El problema del hábitat precario no se refiere solamente a la carencia de una vivienda digna, se trata además de falta de infraestructura y servicios básicos de calidad, de espacio público, de vinculación e integración a la ciudad circundante.


La ausencia de autoridad y control de las obras de urbanización
realizadas, sobre todo cuando son durante gestiones anteriores,
produce retrocesos. Por ejemplo, en sectores donde hubo apertura
de calles, algunos vecinos invaden el espacio público con sus viviendas
sin ningún tipo de control en perjuicio de los demás.












Marginalidad

Locke explicaba que cuando el hombre descubrió que su vida, libertad y bienes no eran seguros en el “estado natural”, estuvo dispuesto a abandonarlo a favor de una comunidad organizada. Al hacer esto debió ceder el poder de hacer lo que considere más conveniente para garantizarse su vida, libertad y bienes en la porción que esa comunidad lo exija a través de sus leyes. Así el individuo se convirtió en ciudadano; titular de derechos y obligaciones. Pero la armonía de esa comunidad se pone en riesgo cuando no se garantiza a todos el goce de sus derechos. Quien de esta manera se ve marginado y asume esa situación como inevitable, pierde sentido de identidad y pertenencia y, por lo tanto, tambiénel incentivo a cumplir con las obligaciones establecidas por la comunidad organizada.

Es verdad que el delito crece de la mano de la marginalidad, pero sería un grave error criminalizar la pobreza. Las reacciones frente a situaciones extremas no son iguales en todas las personas: si bien en muchos se ha diluido el concepto de “bien común” y cayeron en la ilegalidad, la gran mayoría de quienes habitan las villas han optado por seguir aferrándose al esfuerzo y la honestidad como virtudes a exhibir con orgullo.

Esta situación se da en el marco de una crisis de valores que trasciende niveles socioeconómicos; en los últimos años se ha promovido el egoísmo, el individualismo, la valoración compulsiva de los bienes de consumo, se ha debilitado la idea de comunidad, solidaridad, respeto por el otro y su trabajo. Estamos desgraciadamente acostumbrados a los delitos de “guante blanco” de funcionarios y empresarios que, burlándose de todos nosotros, cambian jueces y fiscales para zafar con total impunidad, dando un ejemplo que no sirve de mucha ayuda. Algo anda mal en una sociedad cuando tolera la corrupción o que se dilapiden los recursos del país en cuestiones irrelevantes como publicidad oficial, Fútbol para Todos, Automovilismo para Todos, etc.

La ausencia del Estado, tanto como garante del cumplimiento de derechos como de obligaciones, permite el establecimiento de facto de la “ley del más fuerte”, de tal manera que los vecinos de las villas sufren la inseguridad de la forma más terrible: además de los robos cada vez más comunes, deben convivir con tiroteos entre pandillas, sectores copados por los narcos para realizar sus actividades y el miedo a que sus hijos caigan en el Paco.

Integración ciudadana


Queda claro que la cuestión de las villas es un tema multidimensional que excede la precariedad de estos barrios. Por eso los procesos de urbanización deberán combinarse con políticas de desarrollo económico y social como única alternativa para superar el asistencialismo.


Para que estas políticas sean exitosas deberán ser participativas, continuas, coherentes e integradas.


-          Participativas, incorporando a los habitantes del barrio a urbanizar y de los barrios circundantes en el diseño, implementación, control de gestión y eventual reformulación de los programas, proyectos y planes. Será además la mejor manera de superar conflictos producto de los prejuicios que persisten en nuestra sociedad.


-          Continuas, pensando en la planificación a mediano y largo plazo como una Política de Estado que garantice la retroalimentación, perfeccionamiento y efectiva concreción, independientemente del signo político de los gobiernos de turno.


-          Coherentes e integradas, combinando y potenciando las acciones en salud, vivienda, educación, empleo, renovación y regeneración urbana, infraestructura y saneamiento ambiental. Para esto será necesaria la cooperación y coordinación entre las distintas áreas de gobierno y entre los distintos gobiernos con injerencia en el Area Metropolitana.


Desde el punto de vista del planeamiento, la urbanización de una villa no se trata solamente de construir viviendas, sino de hacer ciudad. Por lo tanto, dicho proceso debe inscribirse dentro de un plan de desarrollo urbano que incluya al barrio circundante y la integración al mismo a través de la continuidad de la trama urbana, calles, avenidas y áreas verdes.


Casi sin tierras libres suficientes, si se destina para cada vivienda lotes mínimos de 80 a 100 m2, más las superficies para plazas y calles, el espacio disponible sería insuficiente. Por eso es necesario reducir la actual densidad mediante la incorporación de construcciones de hasta 3 pisos, viviendas en tira, condominios u otras soluciones técnicas y el desarrollo de una política de tierras activa y específica.


La situación de emergencia sanitaria existente exige priorizar el acondicionamiento de los servicios cloacales y de agua potable cuya precariedad constituye múltiples focos de contaminación. En ese sentido es también importante incentivar la modificación de viviendas existentes de manera de resolver problemas de accesibilidad, ventilación, asoleamiento y aislación contra humedad. La introducción de normativas de edificación acompañado con asesoramiento profesional evitará la repetición de estos problemas en los casos de autoconstrucción. Una vivienda y un hábitat adecuado constituye la más eficiente política de salud: evitar que la gente se enferme.


La educación constituye un motor fundamental para enfrentar la desigualdad social en tiempos donde las posibilidades de desarrollo humano de los individuos van de la mano del conocimiento. Mientras la brecha de calidad entre la educación pública y la privada siga creciendo, la brecha social será a su vez mayor. Es clave que las escuelas públicas en los barrios más pobres no tengan nada que envidiar a las mejores escuelas privadas en lo que respecta a calidad edilicia, de enseñanza y equipamiento. Estos chicos al ingresar a una escuela con esas características recibirían un fuerte mensaje de inclusión que elevaría su autoestima y el interés en el aprendizaje. Así, las posibilidades de desarrollo del país se verán potenciadas al ser mayor la cantidad de ciudadanos que puedan desarrollar plenamente sus capacidades, tomar decisiones y ocupar un lugar en la sociedad.


Para asegurar un proceso de aprendizaje exitoso, es clave implementar programas que acompañen a los niños desde su nacimiento asegurando un desarrollo equitativo en cuanto a nutrición, salud y recreación.


Es importante ayudar a la sustentabilidad de estos nuevos barrios a través de políticas orientadas a impulsar nuevos emprendimientos y la generación de empleo. Por ejemplo, un sistema de microcréditos acompañado con cursos obligatorios y asesorías en actividades productivas y formación de empresas.


La promoción de lugares de nuestro interior que cuentan con una baja densidad poblacional brindaría, tanto habitantes de las provincias como a inmigrantes de otros países, alternativas distintas a hacinarse en el área metropolitana de Buenos Aires.


Por lo general las villas se encentran en áreas y barrios deprimidos de la ciudad. Difícilmente las transformaciones que se realicen en una villa tendrán éxito si el barrio en donde se encuentra continúa degradado. Es necesario volcar una importante inversión en el espacio y el equipamiento público las zonas más postergadas convirtiendo a lo público en un mecanismo de igualdad social. Hablamos de bibliotecas, centros culturales, equipamiento deportivo, parques, plazas, espacios de juego, espacios para la tercera edad, centros de emprendimientos, etc. Hay que dejar atrás esa idea de que un edificio con equipamiento público en un barrio precario debe ser también precario. En estos edificios no se debe escatimar en calidad y excelencia arquitectónica de manera que constituyan verdaderos íconos, no solo para el barrio donde se levantan, sino también para sus alrededores, cambiando así radicalmente la connotación que esos barrios tienen actualmente convirtiéndolos en parte de un todo en el que todos podamos reconocernos.


Como en cualquier política pública, es clave una planificación y gestión económico-financiera integral que garantice una continuidad que supere los tiempos administrativos y electorales y la absoluta transparencia en el uso de los fondos públicos.


Es fundamental que toda la sociedad comprenda que con estas políticas no solo se mejoran las condiciones de vida de los más pobres sino el de la sociedad misma. Existen experiencias exitosas que así lo demuestran. Luego de años de violencia, la ciudad de Medellín realizó una fuerte inversión en educación. En los barrios más pobres se construyeron los denominados “parques-biblioteca”, concebidos como los edificios más emblemáticos de la ciudad y equipados para la realización de todo tipo de actividades culturales y recreativas. El resultado: mientras que en 1997 se producían 380 homicidios por cada cien mil habitantes, luego de esas políticas esa cifra bajó a menos de 30 homicidios por cada cien mil habitantes en 2006. Se cerró la puerta del delito abriendo otras.

Construir un país es construir ciudadanía y viceversa. Por eso la gran deuda que tenemos como sociedad es llevar desarrollo, empleo, salud, educación allí donde no lo hay y; por sobre todo, hacer posible que, independientemente de su condición social, cualquiera tenga la posibilidad de desarrollar sus capacidades para poder decidir y ocupar un lugar en la sociedad como fruto de su esfuerzo.