miércoles, 9 de junio de 2010

Se fué...pero está!

Por Guillermo Meyer



Hace apenas unos días, miles de argentinos nos fundimos en una multitud para despedir a Raúl Alfonsín. A muchos nos invadió una sensación de incredulidad…se fue?


Se dijo que se despedía a quien fue el “padre de la democracia” y un “notable estadista”. Algunos consideraron que esa valoración era exagerada, pero era justa, por algo su figura aparece automáticamente ligada a los valores democráticos.

Fue realmente un padre para la democracia. La gesta iniciada en diciembre de 1983 no fue una simple restauración democrática permitida por un acto electoral convocado por un régimen agonizante, se trataba en realidad del inicio de una construcción de una democracia. Muchos argentinos comparten el mérito de haber luchado por la democracia, pero fue el liderazgo de Alfonsín el que logró instalar los valores democráticos en la mentalidad colectiva del país. Veníamos de sufrir una de las peores dictaduras del continente que, además de pisotear las leyes y la Constitución, dejó miles de desaparecidos, una economía arrasada y una deuda externa que ya se insinuaba como un pesado lastre para el desarrollo del país. Había que decirle Nunca Más a esas cosas, y había que hacerlo con mucho más que palabras. A diferencia de las transiciones acordadas que se sucederían en otros países, en este caso no habría impunidad, porque se puso en práctica el principio democrático de igualdad ante la ley para que nadie en el futuro pueda creer que puede estar por encima de ella. Así se derogó la ley de Autoamnistía, se creó la Conadep y se produjo el juicio a las juntas.

Injustamente se lo acusó de claudicación cuando dijo desde el balcón de la Casa Rosada:”la casa está en orden”. Pero esa acusación surgió de un análisis pequeño, además de mal intencionado. Existen tres formas de actuar ante situaciones análogas: 1) Amnistía general disfrazada de conciliación; 2) Condena de todos los imputables en todos los grados de responsabilidad, y 3) Condena de los principales responsables.

Si analizamos la historia desde las primeras civilizaciones mesopotámicas a la fecha veremos que la solución aplicada casi siempre fue la 1), o la condena de “perejiles”, la solución 2) no se aplicó nunca. Jamás nadie había llegado tan lejos en esta materia como la Argentina. Se podría mencionar Nüremberg, pero esos juicios se llevaron a cabo en el marco de un país dominado por una fuerza extranjera de ocupación, en nuestro caso fue la propia justicia argentina la que juzgó a los responsables de los crímenes de la represión ilegal.

Cuando Alfonsín dejó el gobierno había 10 altos jefes militares condenados a prisión, 27 procesados; por los levantamientos militares de Semana Santa, Monte Caseros y Villa Martelli había 92 procesados y 342 sancionados. La casa estaba en orden, Alfonsín había priorizado la continuidad de un sistema democrático que hoy puede juzgar a los demás responsables. Ahora se conoce la frase completa: “la casa está en orden, y no hay sangre en Argentina”.

También es verdad que fue un notable estadista. Siempre miraba más allá de los límites de a coyuntura o plazos electorales. Así supo ver la necesidad de la unidad latinoamericana frente a un mundo cada vez más agresivo. Promovió la creación del Grupo Contadora para garantizar la paz y la democracia en la región sin la intervención de potencias extranjeras y el Grupo Cartagena como intento de formar un frente común de países deudores. Impulsó la integración con Brasil que llevaría a la firma del Acta de Foz de Iguazú entre Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, base de lo que hoy es el MERCOSUR. Se firmó la Paz con Chile consulta popular mediante.
Alfonsín entendía que “la única manera de romper la cadena generacional de la pobreza es a través de la educación”. Por eso puso en marcha el Plan de Alfabetización cuyo éxito se verifica contarastando el censo 1980, donde el analfabetismo era del 6.1%, con el de 1991, donde era de 3.1%. Tambien puso en marcha el Plan Alimentario Nacional para resolver situaciones de extrema urgencia. Se mejoró el marco jurídico con la equiparación, a los efectos jurídicos, de los hijos extramatrimoniales a los matrimoniales; se promulgó la ley de divorcio y la patria protestad compartida.

Miraba hacia el futuro cuando proponía trasladar la capital a Viedma para separar el poder político del poder financiero (como antes había hecho exitosamente Brasil con la fundación de Brasilia) y desarrollar la Patagonia.

También se avanzó con visión estratégica en cuanto a obra pública, como la construcción de obras hidroeléctricas y plantas térmicas que duplicaron la capacidad de producción existente, obras como el gasoducto Buenos Aires–Loma la Lata construido en tiempo récord y sin ninguna denuncia de corrupción. En ese período se logró el autoabastecimiento de petróleo. Se inauguró el hospital Garraham, se construyeron viviendas, escuelas, obras ferroviarias etc. Todo esto en un marco económico internacional muy desfavorable para la Argentina, en aquellos tiempos no había “viento de cola” ni se podía contar con grandes ingresos como los que ahora existen, retenciones mediante.

En cuanto a la economía se propuso un cambio de paradigma. Hoy se reconoce que el gobierno de Alfonsín fue un paréntesis en las calamitosas políticas neoliberales anteriores a 1983 y posteriores a 1989. Además se impulsó fuertemente el cooperativismo. El Plan Austral es incluso ahora reconocido como un buen plan, pero tuvo que soportar 14 paros generales, el quite de colaboración de importantes grupos económicos y empresarios. Se había propuesto un plan de participación privada en empresas públicas, pero fue rechazado por los mismos que luego pondrían en marcha desastrosas privatizaciones. Así fue que finalmente este plan económico no fue exitoso, como tampoco lo fueron, para el país y la gente, los planes económicos de gobiernos posteriores. La diferencia fue que el Plan Austral cayó, no solo por los errores del gobierno, sino también por los ataques de quienes sintieron que sus intereses mezquinos se verían perjudicados si tenía éxito.

Durante ese período hubo aciertos y errores, pero de lo que no hay duda es que se cumplió con el principal mandato histórico que era fundar una democracia para siempre. Sin embargo es una democracia a la que le falta justicia social, es una “democracia renga”, como decía Alfonsín. Pero será con más democracia con lo que lograremos que, además de vivir en libertad, se “coma, se cure y se eduque

Por eso para Alfonsín era tan importante preservar la libertad, los valores republicanos, la convivencia y el diálogo entre todos los sectores, priorizando siempre en bien común por sobre las ventajas personales y sectoriales. Dio el ejemplo cuando visualizó que Menem lograría la posibilidad de reelección mediante cualquier tipo de ardid. En ese contexto se dio el Pacto de Olivos. Este fue muy discutido y así lo seguirá siendo, pero hay que destacar que ante la convicción de que la república estaba en peligro decidió pagar el alto costo personal de acordar antes de que ese peligro se concretara. Como balance positivo, pudo introducir avances como la autonomía porteña, el Consejo de la Magistratura, acortamiento de mandato presidencial, ballotage en lugar de Colegio Electoral, inclusión de formas de democracia directa, etc. Hubo también posibilidad de reelección, y Menem fue reelegido mediante el voto popular. Se ve que muchos opositores estaban muy ocupados en sacar ventaja pegándole a Alfonsín en lugar de dar un mensaje claro a la ciudadanía de que el modelo económico en marcha nos llevaría a un desastre.

Alfonsín nos deja es un ejemplo de honestidad, coraje, convicción, sacrificio, humildad, visión, cualidades muy escasas hoy en día. La gente vio en Alfonsín una buena persona, y eso no es poca cosa. En los últimos tiempos insistió en que el diálogo y la concordia son las condiciones fundamentales para la convivencia democrática: “tenemos que querernos más los Argentinos”. En esas palabras está la clave para resolver de raíz los problemas que aquejan a nuestro país hace décadas y que impiden su desarrollo.

También dijo:”no sigan hombres sino ideas”. Puede parecer paradójico pues fue por él que muchos nos acercamos a la militancia política, como lo harán otros tantos en el futuro. Sin embargo, fue por la claridad de sus ideas y la fidelidad y coherencia con que las defendió que muchos lo tomamos como referente. Siempre nos habló desde sus ideas y no desde lo que decían las encuestas de turno o un asesor de imagen. Defendía la democracia de partidos frente a la democracia de candidatos, y el era un hombre de partido, y no de cualquier partido. Hubo Raúl Alfonsín porque hubo Unión Cívica Radical.

En su trayectoria tuvo éxitos y tropiezos, pero nunca dejó de transitar y avanzar firmemente el camino que habían trazado los fundadores del radicalismo. Logró mantener encendida la llama de la militancia y la lucha y pasarla a las siguientes generaciones. Y seguirá siempre con nosotros como bandera transitando el camino que nos llevará a la realización de una democracia plena y justa para todos los argentinos.

Se fue…pero está!

No hay comentarios:

Publicar un comentario