viernes, 9 de marzo de 2012

Mala Educación

Por Guillermo Meyer

Durante la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso, la presidenta, en un extenso discurso plagado de autoreferencias y datos falsos, descalificó los reclamos de nuestros docentes señalando que apenas trabajan 4 horas por día y gozan de tres meses de vacaciones.

Por un lado; desconoce la realidad de la tarea docente; el tiempo invertido en la preparación de una clase y en perfeccionamiento; las duras condiciones de trabajo que a veces deben sufrir, como es el caso de muchos maestros rurales y que a veces trabajan mas de un turno para poder sobrevivir.

Más grave aún es el desconocimiento de la vocación y la enorme responsabilidad que recae sobre sus espaldas. La valoración de la tarea docente no debe darse por la cantidad de horas frente a un aula o preparando clases; sino por la importancia de la formación básica de futuros profesionales y trabajadores que en el futuro serán parte del sistema productivo.

Mientras la presidente decía esa desafortunada frase, era aplaudida efusivamente por los diputados del Frente para la Victoria; los mismos que defienden el aumento del 100% en sus dietas argumentando que los diputados y senadores debían tener muy buenos ingresos para que los ciudadanos más capacitados se vean interesados en ocupar esas responsabilidades en lugar de otras ocupaciones en el ámbito privado. El argumento en sí es razonable; aunque inoportuno cuando se pretende imponer un tope del 18% para las paritarias de este año y a los argentinos les cuesta cada vez más llegar a fin de mes.

El mismo argumento utilizado por esos diputados y senadores se aplica con más razón en el caso de nuestros docentes. ¿Qué futuro podemos esperar si la educación de nuestros hijos pasa a considerarse como un trabajo de medio tiempo con una baja remuneración? ¿Hasta dónde puede aguantar un docente si su vocación por la enseñanza es puesta en contradicción con la posibilidad de vivir dignamente? ¿Si el desaliento a los docentes hace que busquen otras alternativas laborales quien va a dictar las clases?

La cuestión del salario docente no es un hecho aislado; se da en el marco de un constante deterioro de la calidad de la educación según las pruebas estandarizadas que nos comparan con la situación en otros países. ¿Cómo se explica este deterioro luego de 9 años de crecimiento de la economía? Sólo se puede explicar desde la inoperancia, el mal uso de los recursos públicos y la falta de interés del Estado que prefiere atender otras prioridades.

La crisis del Sistema Educativo es más evidente en la escuela pública, afectando así a los más pobres. Es decir, los que nacen en hogares más pobres aprenden menos que los que nacen en otros más pudientes que pueden contar con otras alternativas. Por lo tanto, estos chicos tendrán menos oportunidades en una sociedad que demanda cada vez más conocimiento para conseguir un empleo de calidad. De esta manera se perpetúa y profundiza la desigualdad de origen.

Fue una Educación Pública de calidad la que permitió que aquellos inmigrantes pobres, que llegaban al país a principios del siglo pasado, pudieran ver a sus hijos progresar y ascender socialmente a través de su esfuerzo; y con ellos además progresó todo el país. Esto demuestra que no existe una política de desarrollo exitosa si no se considera como pilar fundamental la educación y la distribución equitativa del conocimiento. Caso contrario habrá cada vez más argentinos condenados a depender de un subsidio del Estado para apenas subsistir.

Una Educación de calidad no es sólo un instrumento igualador de oportunidades; es también constructora de ciudadanía cuando incentiva valores éticos y solidarios, el ejercicio de deberes y derechos, el interés de querer saber que se trata y la capacidad de decidir.

En lo que respecta a la calidad de las instituciones; la experiencia de las democracias maduras demuestra que si los ciudadanos incrementan su formación y logran apropiarse del conocimiento, existe mayor respeto por el sistema jurídico, se limita el uso discrecional del poder, se minimiza la corrupción y disminuye el riesgo de conflictividad social. Sería lamentable que ese fuera el motivo por el que el sistema educativo fuera virtualmente desmantelado durante los últimos años. Ese es un rasgo típico de los gobiernos más preocupados en construir una hegemonía política que en el progreso de su país.

La recomposición del salario docente y la valoración de su tarea es condición fundamental, aunque no suficiente, para reconstruir un sistema educativo de excelencia para la totalidad de los argentinos; acompañado de políticas de salud, alimentación y todo lo necesario para garantizar un proceso de aprendizaje exitoso.

Es así como podremos construir un país más justo, solidario, exitoso y democrático, donde nadie se tenga que ver rehén del gobernante de turno a cambio de un subsidio. Se trata de construir ciudadanía en lugar de clientela. Se trata en definitiva de “Educar al Soberano”

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