jueves, 23 de febrero de 2012

22/02/2012

Por Guillermo Meyer

Como otras tantas veces los argentinos asistimos horrorizados a una nueva desgracia: 50 muertos, 50 familias destrozadas, 700 heridos, muchos de los cuales deberán vivir con las secuelas físicas y psicológicas. Es un deber ciudadano exigir justicia, por las víctimas y por las posibles nuevas víctimas si se mantiene el mismo estado de cosas que provocó esto. Este reclamo debe permanecer vigente hasta su concreción y no agotarse a la vigencia mediática del tema.

Este hecho se dio en el marco de un sistema ferroviario que funciona con vías de la década del 50, trenes de la del 60 y sistemas de señalamiento y seguridad de la del 20. Pero es probable que intenten echarle la culpa a los trabajadores y en última instancia a TBA. Claramente no se puede responsabilizar a los trabajadores que, arriesgando todos los días su integridad física, hacen lo que pueden con un material absolutamente obsoleto. En lo que respecta a TBA, su responsabilidad es importante, pero mayor es la de quienes permitieron que una empresa ineficiente administrara el ferrocarril durante tantos años, incumpliendo además el deber del Estado de hacer los controles necesarios para evitar esta y otras tragedias. Es incomprensible que luego de la tragedia de Flores se haya premiado a TBA con el tren binacional y el tren a Posadas. Esto hace pensar que más que falta de control habría complicidad.

Si nos preguntamos cuales son las prioridades del gobierno por sobre el transporte de los argentinos, encontraremos una respuesta en ese mismo fatídico día. Se había previsto anunciar en la Casa de Gobierno el “Automovilismo para Todos”, acto que fue finalmente suspendido. Esto, sumado al “Futbol para Todos” no es más que el uso goebbeliano de enormes suma de dinero para inundarnos en propagada oficial. Así es como la “caja” del Estado es usada para garantizarse la permanencia en el poder vendiendo un relato plagado de mentiras y omisiones en lugar de solucionar los problemas reales de la gente.

Promesas incumplidas

Si ejercitamos un poco la memoria, recordaremos que la reconstrucción del sistema ferroviario argentino fue uno de los ejes destacados de la campaña presidencial de Néstor Kirchner en el 2003. Sin embargo, las concesiones otorgadas en tiempos de Menem continuaron como antes, aunque con una diferencia: las empresas concesionarias comenzaron a cobrar más en subsidios. Solamente a Taselli se le quitaron las concesiones de las líneas Roca, San Martín y Belgrano Sur luego de varios eventos escandalosos. Estas líneas pasaron a estar a cargo de la Unidad Operativa Ferroviaria de Emergencia (UGOFE), en la que participan Ferrovías, Metrovías y……...TBA.

Con mucha pompa, y en algunos casos por Cadena Nacional, se ha anunciado la vuelta de los servicios ferroviarios de larga distancia a Córdoba, Misiones, Tucumán y Uruguay. Pero estos servicios tardan una cantidad de tiempo desmesurado para llegar a destino cuando logran llegar, ya que en muchas ocasiones dejaron a cientos de pasajeros varados en medio de la nada.

Una de las más importantes obras prometidas fue la del soterramiento de la línea Sarmiento, fundamental para eliminar los pasos a nivel y sus accidentes, y mejorar la frecuencia de los trenes. Se licitó en 2006; se adjudicó en 2008; el primer tramo se inauguraría en 2011; pero hoy, 2012, las obras ni siquiera se iniciaron.

También se anunció la fabricación de 25 formaciones de las denominadas “doble piso” para la línea Sarmiento. Deberían haber estado todas en funcionamiento en 2011, pero hasta ahora hay solo 5 y nada se sabe de las restantes. Mientras tanto, la también anunciada y prometida renovación de vías en el tramo Once-Castelar de la misma línea, iniciada en 2008, está paralizada por falta de pago.

Otro gran anuncio fue la compra de material rodante a España y Portugal con el cual se prometió la renovación y mejora del sistema ferroviario. Cuando llegaron descubrimos que se trataba de chatarra. La excusa del momento fue que se procuraba generar puestos de trabajo en la reconstrucción de los mismos. Lástima que no “se dieron cuenta” de que ya había una enorme cantidad de chatarra en los talleres ferroviarios de todo el país que no nos iba a costar los cientos de millones de dólares que nos costó la importada. Al final solo el 30% de esas unidades pudo ser puesta en funcionamiento mientras que el 70% restante pasó a engrosar el stock de chatarra existente.

La promesa que por suerte no llegaron a cumplir es la del disparate del tren bala. Con la inversión que hubieran realizado en el mismo se hubiera puesto en condiciones todo el sistema a nivel nacional. Ni una cosa ni la otra.

Crónica de una tragedia anunciada

Muchas fueron las advertencias de que esto podía pasar. Tal vez el gobierno las tomó como “mentiras de los gorilas”. Sin embargo cualquier persona que preste atención en un cruce a nivel y observe el estado de las vías verá que: algunas, excesivamente gastadas, fueron giradas para durar un poco más, tirafondos salidos, eclisas (piezas de unión de rieles) a las que le faltan bulones.

Ya en 2007, la Auditoría General de la Nación (AGN), dirigida por el radical Leandro Despouy, detallaba la falta de mantenimiento de vías, estaciones y material rodante.

A esto se suma innumerables denuncias de vecinos y organizaciones de usuarios, todas ellas desoídas.

Un extraño sentido de la oportunidad

Un día después de la tragedia, el juez Oyarbide, de cuestionada independencia, anuló como prueba contra el ex Secretario de Transporte de la Nación, Ricardo Jaime, los mails encontrados en la computadora de un asesor argumentando un dudoso tecnicismo.

Estos mails hablaban de negociados con el estado, intercambio de favores con empresarios amigos, coimas y aportes a la campaña kirchnerista.

Mientras el país está de luto, el Secretario de Transporte denunciado por aceptar el pago de viajes y aviones por parte del dueño de TBA, se encuentra más aliviado en su causa judicial.


Algúno se preguntará con qué autoridad un radical cuestiona la política ferroviaria del kirchnerismo. Pues con la autoridad de pertenecer al partido que inauguró la última gran obra ferroviaria del país como fue la electrificación de dos de los dos principales ramales del Ferrocarril Roca, a pesar de un contexto internacional adverso en el cual los ingresos fenomenales del boom de la soja no eran ni siquiera una fantasía. Lo hago también con la de haber militado contra las políticas privatizadoras del menemismo sintetizadas en la frase “ramal que para, ramal que cierra” y que dejó a miles de argentinos aislados, mientras los actuales kirchneristas, entonces menemistas, aplaudían de pié.

No queremos que algo así vuelva a ocurrir. Queremos por fin tener un servicio ferroviario digno y seguro. Para eso es necesario:

- Que se investigue a fondo las causas del accidente.
- Una justicia independiente que castigue a los empresarios y funcionarios corruptos
- Estudiar seriamente un Plan Integral de Transporte para el Area Metropolitana y para todo el país.
- Que se le de la prioridad que corresponde a la inversión en mejoras que garanticen un servicio digno y seguro.
- Terminar con la incompatibilidad de dirigentes gremiales en el rol de dueños de empresas ferroviarias.
- Que el transporte sea considerado un servicio y no una oportunidad de negociado de unos pocos vivos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario