domingo, 18 de marzo de 2012

Pasajeros en traspaso

Por Guillermo Meyer


A pocas semanas de la tragedia de Once la cuestión del transporte vuelve a ser uno de los principales temas de debate político luego del empecinamiento del gobierno nacional de transferir los subtes y 33 líneas de colectivos a la Ciudad sin los respectivos recursos.

Todos sabemos que si buscamos una respuesta que solucione un problema, primero hay que acertar con la pregunta; pues bien, en esta discusión ninguno de los actores principales se está planteando cómo mejorar la calidad del transporte ni la seguridad de los pasajeros. Lo que se está discutiendo en realidad es quien se hace cargo del costo económico de los subsidios o del costo político de eliminarlos. Esto se enmarca en lo que la presidenta denomina “sintonía fina” que para el bolsillo de los argentinos es muy parecido a lo que se llama ajuste. No es casual que esta decisión coincida con el intento de meter mano a las reservas del Banco Central modificando su carta orgánica.

Se intenta en vano distraer a la opinión pública argumentando que se quiere avanzar en la autonomía porteña. Si fuera ese su interés, ya se hubiera derogado la Ley Cafiero y avanzado también en la transferencia de la justicia y la Policía Federal con sus correspondientes recursos.

También sabemos que para solucionar un problema hay que entenderlo. Esto evidentemente no sucede cuando encontramos a ambos gobiernos enfrascados en una sucesión de chicanas lamentables; por un lado se dijo que los subtes debían ser mantenidos por los porteños porque están en la Ciudad, por otro se echó en cara a los bonaerenses su acceso a hospitales de la ciudad, etc, etc.

Estas afirmaciones demuestran que no comprenden lo que realmente sucede en esta extensión urbana llamada Area Metropolitana. Es verdad que los subtes están en territorio de la Ciudad Autónoma como también lo es que son utilizados por millones de bonaerenses que ingresan diariamente a trabajar; es tan cierto que los bonaerenses utilizan los hospitales que son sostenidos por los porteños como que es en la Provincia donde acaban los residuos que esos porteños producen. Se dice que la Ciudad Autónoma tiene 3 millones de habitantes, afirmación no del todo exacta; ya que se podría afirmar que esos son los habitantes que duermen en la Ciudad a los que se les debería añadir los millones que ingresan durante el día para ser también parte de la Ciudad. Esta dinámica entre ambos lados de la Avenida General Paz y el Riachuelo no es algo negativo, sino todo lo contario, ya que favorece al comercio, al empleo y la economía de todas las jurisdicciones. Mientras los gobiernos construyen límites, la gente vive la ciudad real, que es la de una metrópolis de 14 millones de habitantes en constante movimiento e interacción.

Por lo tanto, no habrá soluciones concretas al tema del transporte si los gobiernos no están preocupados en cómo implementar políticas destinadas a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Se trata, en definitiva, de entender la política como la discusión de los problemas de los ciudadanos. El traspaso por si mismo no modifica los problemas estructurales del transporte, sobre todo si se hace sin los respectivos recursos. Esto produciría una distorsión en el costo de los viajes; viajar en colectivo dentro de los límites de la Ciudad sería más costoso que un viaje en el mismo medio entre Capital y Provincia. Estos, además deberían asignarse con un criterio federal que permita que el costo del boleto sea el mismo en todas las provincias.

Tampoco habrá solución si no entienden que en una megaciudad de estas características es fundamental la coordinación y la cooperación entre todas las jurisdicciones para resolver cuestiones que las exceden, siendo una de las más fundamentales el transporte.

Desde nuestro blog habíamos propuesto un PLAN DE MOVILIDAD URBANA (http://ucrmilitancia4.blogspot.com/search/label/Transporte). Se trata de un aporte que hace eje en la necesidad de planificación y coordinación para poner fin a un estado de cosas que diariamente afecta la dignidad y la seguridad de millones de pasajeros.

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