domingo, 4 de noviembre de 2012

A confesión de parte...

Por Juan Miguel Tosi

El Ministerio del Interior y Transporte (extraña conjunción de áreas si las hay), en voz de su titular Florencio Randazzo, anunció la suspensión de un contrato ferroviario menor, firmado oportunamente por el Ministro de Planificación, Inversión Pública y Servicios, Julio De Vido, por "caro". Nada mas y así de sencillito.


Según se supo por medio del portal oficial Telam, la empresa encargada del mantenimiento de las formaciones Talgo (que desde mediados de 2011 corrían entre Plaza Constitución y Mar del Plata) cobraba 40 millones de pesos al año, mientras que el valor de mercado de una formación como la que prestaba el servicio asciende a 42 millones de pesos. Como consecuencia se anunció además que “Hasta tanto se presente una propuesta razonable, la venta de pasajes y la prestación del servicio estará provisoriamente suspendida”.
Y aquí comenzamos a atar cabos y a sacar conclusiones, mas bien especulaciones, al calor de la desinformación que caracteriza a la gestión de Cristina Kirchner.

La tragedia de Once desnudó y puso fin a la catastrófica gestión de Julio De Vido al frente del transporte. De Vido era el ministro a cargo de los trenes desde 2003, por lo cual el tiempo y la magnitud del desastre, le impidieron a él, a Schiavi, a Jaime y a Luna, salir indemnes y victimizarse frente a los hechos repartiendo las clásicas culpas a las empresas, a los 90 o a De La Rúa. En todo ese tiempo, y a pesar de que muchos organismos, ONGs y los usuarios denunciamos toda clase de errores de gestión y hasta groseros negociados, el Gobierno decidió mantener a De Vido al frente de su área. Hasta aquí, al menos y supuestamente, los Secretarios de Transportes Ricardo Jaime y Juan P. Schiavi y el Subsecretario de Transporte Ferroviario, Antonio Luna, dependían de De Vido y todos trabajaban en el Ministerio de Planificación de la calle Hipólito Yrigoyen 250. Esto en teoría, por que se dice que cada uno reportaba por su lado: a presidencia Jaime, a su gremio y a su conciencia Luna (quién además manejaba directamente a los concesionarios) y luego de la "salida" de Jaime, parece que Schiavi era el único que charlaba con De Vido. En ese contexto se firmó el contrato anulado hoy por Randazzo.
Si la idea era darle a Florencio Randazzo el manejo de las políticas de transporte y la administración de sus recursos y subsidios... ¿por qué no se nombró directamente a Randazzo Ministro de Planificación, Inversión Pública y Servicios?... ¿o acaso tenemos motivos para pensar que De Vido gestiona mejor todas las demás áreas que siguen a su cargo?... En este momento, el desorden resultante parece ser tal, que Randazzo trabaja en el Ministerio del Interior en la calle 25 de Mayo 101, el Secretario de Transportes, Alejandro Ramos, trabaja para Randazzo pero lo hacía para De Vido y sigue en el Ministerio de Planificación de la calle Hipólito Yrigoyen 250, el Subsecretario de Transporte Ferroviario, Raúl Baridó, que también depende de Randazzo pero que nunca trabajó para De Vido, se presenta en el ministerio de Julio De Vido, en el piso 12 de la calle Hipólito Yrigoyen 250. Al margen de todos ellos, Ariel Franetovich, ocupa el cargo de Eduardo Sícaro en la CNRT (el ente regulador que funciona en Maipú al 100). Sícaro fue ascendido por Randazzo a subsecretario de Regulación Normativa del Transporte, otro cargo que no sabemos como y dónde encaja (ni si existe), por que días después, Sícaro, debió presentar la renuncia cuestionado por familiares de las víctimas de la tragedia de Once. Si no se entiende es lógico. Lamentablemente ahora ni sospechamos a quien reporta en verdad cada uno (si todavía reportan algo a alguien) ni como mantienen reuniones de trabajo a 300 metros el uno del otro (si es que se reúnen, lo que sospechamos es que si se reúnen se van a mantener en forma).

La confesión...
...por que como quiera que sea el desorden pasado o presente, el contrato firmado, fue firmado y disuelto por la misma gestión de Cristina F. de Kirchner. Hoy Randazzo hizo en nombre del Estado la confesión de una estafa hecha por el Estado al Pueblo Argentino. Ninguna novedad, a excepción de que la gestión que hizo la estafa es la misma que la confiesa. Todas las intuiciones y todas las habladurías que supuestamente hacían los opositores, los usuarios y los medios han sido elevadas a la categoría de sospechas muy serias por esta extraña "confesión" que en verdad sólo confirma el grado de desorden, ineficiencia e internismo palaciego que corta a todas las áreas del Gobierno.

Mientras pasa todo esto, los que no pasan, son los trenes.

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