lunes, 10 de febrero de 2014

Villas. Marginación vs Integración

Por Arq. Guillermo Meyer 

Ya han pasado más de tres años desde la toma del Parque Indoamericano en 2010. En el olvido quedaron los enfrentamientos entre vecinos, las conferencias de prensa de nuestros gobernantes deslindando responsabilidades y las promesas de una solución de fondo. Esto no debería sorprendernos en un país donde la planificación a largo plazo, a través de políticas de estado, es reemplazada por una sucesión de reacciones espasmódicas a medida que los problemas van apareciendo; muchas veces en forma de tragedia. Estas reacciones consisten en pomposos anuncios que rara vez se concretan, quedando todo en el olvido hasta que las mismas situaciones vuelven a repetirse. Y se seguirán repitiendo mientras sigamos corriendo detrás de los problemas en lugar de anticiparnos a ellos.

A pesar del intento del INDEC por mostrar que está todo bien, la realidad se empeña en contradecirlo indicando que la población de las villas crece sostenidamente en todo el país.
Solamente en la ciudad de Buenos Aires, comparando los censos de 2001 y 2010,  la población en villas creció en un 52,3% en 10 años; pasando de 107.422 habitantes en 2001 a 163.587 en 2010. Según estos censos las villas que más crecieron fueron la 21-24 (de 16.323 habitantes en 2001 a 29.782 en 2010) y la Villa 31-31bis (de 12.204 habitantes en 2001 a 26.492 en 2010). Algunas villas crecieron ocupando terrenos linderos, como las villas 21-24 y 15 (Oculta), pero cuando los terrenos libres escasean se crece en altura, como las villas 1-11-14 o la 31-31bis.

Además de las villas históricas y más conocidas, d urante ese períodose desarrollaron los denominados Nuevos Asentamientos Urbanos, como La Carbonilla en Paternal, Villa Fraga en Chacarita, Scapino a pocas cuadras de Villa 15, Bermejo – Obrero – María Auxiliadora al otro lado de las vías del FF.CC Belgrano Sur frente a Barrio INTA (Villa 19), Rodrigo Bueno en Costanera Sur, Los Pinos en Soldati, entre los más importantes.

Considerando el rápido crecimiento de las villas en la Ciudad, se estima que en la actualidad viven en ellas aproximadamente 200.000 personas.









Un par de ejemplos sobre la expansión de las villas,
arriba la Villa 21-24; abajo, la Villa 15 (Ciudad Oculta)
y el crecimiento desde 2004 hasta 2014.















Todo esto ha sucedido en un contexto económico favorable que posibilitó a nuestro país crecer en forma continua durante una década. ¿Por qué entonces no se han podido revertir los problemas estructurales del país o, al menos, impedir su agravamiento, si existían los recursos económicos para hacerlo? Una explicación podría referir a la torpeza o ineficacia de quienes gobiernan, sin embargo no es descabellado pensar que se trató de una decisión política perfectamente ejecutada. El populismo no tiene un proyecto de país, sino apenas un proyecto de poder para el cual necesitan clientes en lugar de ciudadanos. Esto es lo más lejano que puede existir a un enfoque progresista de respeto a los derechos humanos del que el gobierno se autodefine como abanderado.

Comúnmente cuando se habla de villas se piensa en tres cuestiones principales, a veces de manera superficial y prejuiciosa: pobreza, hábitat precario y marginalidad.

Pobreza

La pobreza es comúnmente definida como una forma de insuficiencia o insatisfacción en el Desarrollo Humano tomado a nivel social o una situación donde las necesidades básicas son insatisfechas. Dicha “satisfacción” depende mucho del contexto histórico y cultural.

Sin embargo esta definición no es suficiente para comprender la pobreza ya que habría que contemplar otras cuestiones que hacen a esa condición, como ser la consideración de bienes intangibles, historias de vida y familiares o expectativas personales.

No se trata solo de la cantidad de ingresos o de la satisfacción de “necesidades básicas”. En las villas de la Ciudad se estima que solamente el 6% tiene trabajo formal; el 37% trabajo informal y un 26% vive de changas. Los subsidios o la AUH sirven para paliar una situación de emergencia pero no para superar la pobreza. De esta manera se les permite subsistir, pero no recuperar la dignidad que da un empleo o el hacer uso de la libertad para mejorar sus vidas en base a sus propias decisiones y esfuerzo. En cambio se los pretende transformar en obligados dependientes de la ayuda oficial sin ninguna perspectiva de futuro.

El nivel de educación que se puede alcanzar es otro bien intangible a considerar. La mala alimentación, la necesidad de ocuparse en changas a temprana edad y la descomposición de los núcleos familiares hace que muchos que nacen en un hogar pobre no completen sus estudios; por lo tanto nunca accederán a la información y formación necesaria para lograr un empleo digno o ni siquiera logren ser empleables. Con esto la pobreza se reproduce de generación en generación.

Frente a todas estas dificultades que imposibilitan la visualización de una salida, muchos finalmente aceptan resignadamente su situación como algo inevitable producto de circunstancias sobre las cuales no pueden operar. Al perderse la esperanza en un futuro mejor las expectativas se reducen a la mera subsistencia, algunos hasta pueden sentirse en una situación de bienestar sin estarlo realmente. Este quiebre de la voluntad facilita al populismo gobernante sostener una relación de dependencia clientelar; por poco que ofrezca, se va a considerar ganancia.

Es verdad que un alto porcentaje de los habitantes de las villas son inmigrantes extranjeros. En este caso no basta con cuestionarnos nuestra política en materia de inmigración; sino, con una mirada más amplia,  cuestionarnos por qué enormes áreas de nuestro país están prácticamente deshabitadas mientras que el 38% de la población vive concentrada en el 1% del territorio. o por que no existen incentivos y oportunidades en esas áreas deshabitadas. Si existiera un proceso de desarrollo en la totalidad de las regiones del país seguramente disminuiría la concentración de habitantes en las villas, tanto de extranjeros como de argentinos.

Hay quienes afirman que “pobreza hubo siempre”. Es cierto que la pobreza urbana creció a la par del desarrollo de las ciudades y la industria. Se constituyó con la inmigración del campesinado hacia los centros urbanos buscando empleo y nuevas oportunidades. Sin embargo, se experimentaba un proceso de integración a una nueva dinámica económica, productiva y social donde, en mayor o menor medida, existía movilidad social. La posibilidad de acceso a un empleo y a la educación brindaba a las familias esperanzas en el futuro de sus hijos. “M´hijo el dotor” era una orgullosa exclamación de campesinos analfabetos, obreros e inmigrantes que llegaron al país sin nada. Luego de desacertadas políticas económicas, esa promesa desarrollo económico y productivo se esfumó dejando a una gran franja de la población fuera del sistema.

Nos equivocamos si pensamos que la pobreza es un problema del otro. Una sociedad con altos niveles de pobreza denota falta de solidaridad, de igualdad de posibilidades y de justicia social. Por lo tanto no solo está en crisis la dignidad de quien sufre la pobreza, sino la de toda la sociedad en su conjunto.

Hábitat precario
A diferencia de otros hábitat precarios que fueron alguna vez construcciones con un buen nivel de calidad y que posteriormente sufrieron un grave proceso de deterioro (casas tomadas, inquilinatos y conjuntos habitacionales), las villas nunca alcanzaron niveles suficientes en cuanto a su completamiento y calidad ambiental. Son el resultado de un proceso de ocupación espontáneo y no planificado de un terreno fiscal o privado de muy bajo valor, como baldíos inundables, basurales, viejas instalaciones ferroviarias o industriales en desuso. El modo de tomar posesión del suelo es la que mejor le parece a cada ocupante. Al principio el nivel de densidad es bajo. Las viviendas primitivas son de materiales muy pobres, como cartón, madera, chapa, sin instalaciones de ningún tipo y apenas con una letrina. Con el paso del tiempo, estos barrios se densifican, las construcciones se consolidan y se utilizan materiales tales como ladrillos y hormigón. De todos modos la precariedad y la incertidumbre permanecen por lo que las construcciones nunca dejan de tener el carácter de precarias.

A la izquierda, vivienda precaria en el asentamiento Elefante Blanco, las
cloacas desembocan en el subsuelo del edificio.
A la derecha, interior de una vivienda; la intimidad no es algo muy común.





Muchas viviendas ocupan espacios no aconsejados desde el punto de
vista de la seguridad. A la izquierda la Carbonilla (La Paternal), viviendas
ubicadas peligrosamente a poca distancia del paso del ferrocarril.
A la derecha, viviendas bajo la Autopista en Villa 31bis






A la izquierda, Los Piletones, Lago Soldati y basural.
A la derecha vivienda a la vera del Riachuelo.





















Dentro de estos barrios o en sus cercanías existen escuelas y centros de salud. El servicio eléctrico es abastecido por in tendido a partir de un transformador cuyo consumo es abonado por el Gobierno de la Ciudad. El agua potable a través de extensiones conectadas a la red de AySA que pasa por el perímetro. Igualmente las cloacas. Sin embargo estos servicios dejan mucho que desear, son comunes la falta de presión de agua y las cloacas se tapan recurrentemente por su mala ejecución y colapsan en tiempos de lluvia al estar unificados con el sistema pluvial. Esto es paliado con la visita diaria de camiones atmosféricos y vactor. También es común encontrar zanjas pluviales abiertas a lo largo de los pasillos y donde evidentemente vuelca también alguna cañería cloacal. No existe tendido de gas por lo que se utilizan garrafas, lo cual es más costoso el servicio de Metrogas. El teléfono también es inexistente, por lo que se requiere un mayor presupuesto para comunicarse telefónica al ser el celular el único medio disponible. Los residuos se levantan sobre las calles oficiales o son arrojados al paso de los trenes, los cursos de agua o se acumulan en algunos sectores provocando colosales montañas.

Por eso, a pesar de lo que se cree comúnmente, es un viejo reclamo de la mayoría de los vecinos el poder conectarse a una redes oficiales con medidor y pagar las facturas correspondientes con tal de tener un servicio de mayor calidad. Sin embargo esto no es posible hasta que un proceso de urbanización ordene los lotes y regularice el dominio de cada uno. Mientras ese proceso se demora, la Ciudad soporta el enorme costo de mantener servicios de mala calidad y extendiendo en el tiempo los beneficios de quienes obtienen enormes ganancias de esta situación.

Pasillos con zanjas a cielo abierto (Villa 15 y Villa 21-24)







El tejido de estos barrios en la actualidad es muy compacto y densamente poblado. El acceso a las viviendas se produce en la mayoría de los casos por pasillos, la mayoría muy estrechos impidiendo el paso de automóviles y camiones o ambulancias y bomberos que acuden a una emergencia. Este intrincado sistema conforma un laberinto que solo puede ser transitado por quien pertenece al barrio, lo conoce, y al mismo tiempo es conocido.

Las grandes villas son lugares de altos contrastes, lejos de ser homogéneas presentan diversidad de panoramas: Algunos sectores poseen un alto grado de densidad, con comercios e instituciones barriales, pasajes anchos y pavimentados, viviendas con un mínimo de confort, higiene y servicios. Otros presentan un paisaje más desolador con casillas muy humildes sin servicios, mal edificadas y con signos de degradación, los comercios escasean y las calles son de tierra. Finalmente la miseria en su forma más cruda, con casillas sin ningún tipo de servicio, suelo de tierra y edificaciones de madera y chapa rodeadas de basurales y aguas servidas.

La mala calidad de la construcción, el uso de mampostería de ladrillo 
común de canto para economizar material y el no tener en cuenta que 
el suelo donde se asientan las viviendas no están preparados para 
fundar una vivienda sin recaudos especiales (antiguos rellenos de 
basura y pantanos). Esto hace que sean comunes rajaduras e incluso 
derrumbes. Fotos de Villa 3 y Villa 15.







El avance de las viviendas en sus pisos superiores invade los pasillos
exteriores y dificulta la  ventilación de las viviendas (Villa 1-11-14)












La mayoría de las viviendas poseen un baño, la cocina es además un “living-comedor-dormitorio” y dos o más dormitorios. Los pisos de alisado de cemento o cerámicas, paredes de canto revocadas y pintadas. Entre las deficiencias más comunes podemos citar la falta de puertas, de cielorrasos, de aislamiento hidrófugo, lo que hace a las viviendas muy incómodas e insalubres. La poca superficie del terreno hace que el mismo se ocupe en su totalidad provocando que muchas habitaciones no cuenten con ningún tipo de ventilación. Son muy calurosas en verano, muy frías en invierno y siempre húmedas. Sus habitantes no pueden tener intimidad y viven hacinados. Se pasa de un cuarto a otro por sus interiores, el pasillo o el hall es un lujo y un derroche de espacio que poco se permiten.

Un fenómeno que vemos en los últimos años es el crecimiento en altura de muchas edificaciones. En muchos casos se debe a la construcción de cuartos para alquilar. Quienes alquilan en la villa padecen las peores condiciones: las habitaciones no miden más de 3 x 4 metros, pocas tienen baño privado y la accesibilidad puede ser riesgosa (se ven casos donde se accede a una habitación en un piso alto a través de escalera de hoja simple apoyada en alguna viga o pared). En otros casos el crecimiento vertical se debe al rápido crecimiento de las familias; no es porque tengan muchos hijos (aunque esos casos existen en menor medida) sino porque las parejas se forman muy jóvenes; por ejemplo, suele suceder que los integrantes de una pareja sean padres a los 15 años y abuelos a los 30, y ante la imposibilidad de acceder a una vivienda o a una porción de terreno; construyen sobre la casa de la generación anterior.
También hallamos unas otras viviendas dotadas de artículos, que si bien no son suntuarios, otorgan cierto nivel de confort: estructuras de hormigón, pisos de cerámica, cielorrasos de machimbre, mobiliario nuevo, electrodomésticos etc.
Ejemplos de planta de viviendas comunes en las villas. 
Se caracterizan por la mala distribución y ambientes “encerrados” 
donde la ventilación e iluminación natural están ausentes.






















El problema del hábitat precario no se refiere solamente a la carencia de una vivienda digna, se trata además de falta de infraestructura y servicios básicos de calidad, de espacio público, de vinculación e integración a la ciudad circundante.


La ausencia de autoridad y control de las obras de urbanización
realizadas, sobre todo cuando son durante gestiones anteriores,
produce retrocesos. Por ejemplo, en sectores donde hubo apertura
de calles, algunos vecinos invaden el espacio público con sus viviendas
sin ningún tipo de control en perjuicio de los demás.












Marginalidad

Locke explicaba que cuando el hombre descubrió que su vida, libertad y bienes no eran seguros en el “estado natural”, estuvo dispuesto a abandonarlo a favor de una comunidad organizada. Al hacer esto debió ceder el poder de hacer lo que considere más conveniente para garantizarse su vida, libertad y bienes en la porción que esa comunidad lo exija a través de sus leyes. Así el individuo se convirtió en ciudadano; titular de derechos y obligaciones. Pero la armonía de esa comunidad se pone en riesgo cuando no se garantiza a todos el goce de sus derechos. Quien de esta manera se ve marginado y asume esa situación como inevitable, pierde sentido de identidad y pertenencia y, por lo tanto, tambiénel incentivo a cumplir con las obligaciones establecidas por la comunidad organizada.

Es verdad que el delito crece de la mano de la marginalidad, pero sería un grave error criminalizar la pobreza. Las reacciones frente a situaciones extremas no son iguales en todas las personas: si bien en muchos se ha diluido el concepto de “bien común” y cayeron en la ilegalidad, la gran mayoría de quienes habitan las villas han optado por seguir aferrándose al esfuerzo y la honestidad como virtudes a exhibir con orgullo.

Esta situación se da en el marco de una crisis de valores que trasciende niveles socioeconómicos; en los últimos años se ha promovido el egoísmo, el individualismo, la valoración compulsiva de los bienes de consumo, se ha debilitado la idea de comunidad, solidaridad, respeto por el otro y su trabajo. Estamos desgraciadamente acostumbrados a los delitos de “guante blanco” de funcionarios y empresarios que, burlándose de todos nosotros, cambian jueces y fiscales para zafar con total impunidad, dando un ejemplo que no sirve de mucha ayuda. Algo anda mal en una sociedad cuando tolera la corrupción o que se dilapiden los recursos del país en cuestiones irrelevantes como publicidad oficial, Fútbol para Todos, Automovilismo para Todos, etc.

La ausencia del Estado, tanto como garante del cumplimiento de derechos como de obligaciones, permite el establecimiento de facto de la “ley del más fuerte”, de tal manera que los vecinos de las villas sufren la inseguridad de la forma más terrible: además de los robos cada vez más comunes, deben convivir con tiroteos entre pandillas, sectores copados por los narcos para realizar sus actividades y el miedo a que sus hijos caigan en el Paco.

Integración ciudadana


Queda claro que la cuestión de las villas es un tema multidimensional que excede la precariedad de estos barrios. Por eso los procesos de urbanización deberán combinarse con políticas de desarrollo económico y social como única alternativa para superar el asistencialismo.


Para que estas políticas sean exitosas deberán ser participativas, continuas, coherentes e integradas.


-          Participativas, incorporando a los habitantes del barrio a urbanizar y de los barrios circundantes en el diseño, implementación, control de gestión y eventual reformulación de los programas, proyectos y planes. Será además la mejor manera de superar conflictos producto de los prejuicios que persisten en nuestra sociedad.


-          Continuas, pensando en la planificación a mediano y largo plazo como una Política de Estado que garantice la retroalimentación, perfeccionamiento y efectiva concreción, independientemente del signo político de los gobiernos de turno.


-          Coherentes e integradas, combinando y potenciando las acciones en salud, vivienda, educación, empleo, renovación y regeneración urbana, infraestructura y saneamiento ambiental. Para esto será necesaria la cooperación y coordinación entre las distintas áreas de gobierno y entre los distintos gobiernos con injerencia en el Area Metropolitana.


Desde el punto de vista del planeamiento, la urbanización de una villa no se trata solamente de construir viviendas, sino de hacer ciudad. Por lo tanto, dicho proceso debe inscribirse dentro de un plan de desarrollo urbano que incluya al barrio circundante y la integración al mismo a través de la continuidad de la trama urbana, calles, avenidas y áreas verdes.


Casi sin tierras libres suficientes, si se destina para cada vivienda lotes mínimos de 80 a 100 m2, más las superficies para plazas y calles, el espacio disponible sería insuficiente. Por eso es necesario reducir la actual densidad mediante la incorporación de construcciones de hasta 3 pisos, viviendas en tira, condominios u otras soluciones técnicas y el desarrollo de una política de tierras activa y específica.


La situación de emergencia sanitaria existente exige priorizar el acondicionamiento de los servicios cloacales y de agua potable cuya precariedad constituye múltiples focos de contaminación. En ese sentido es también importante incentivar la modificación de viviendas existentes de manera de resolver problemas de accesibilidad, ventilación, asoleamiento y aislación contra humedad. La introducción de normativas de edificación acompañado con asesoramiento profesional evitará la repetición de estos problemas en los casos de autoconstrucción. Una vivienda y un hábitat adecuado constituye la más eficiente política de salud: evitar que la gente se enferme.


La educación constituye un motor fundamental para enfrentar la desigualdad social en tiempos donde las posibilidades de desarrollo humano de los individuos van de la mano del conocimiento. Mientras la brecha de calidad entre la educación pública y la privada siga creciendo, la brecha social será a su vez mayor. Es clave que las escuelas públicas en los barrios más pobres no tengan nada que envidiar a las mejores escuelas privadas en lo que respecta a calidad edilicia, de enseñanza y equipamiento. Estos chicos al ingresar a una escuela con esas características recibirían un fuerte mensaje de inclusión que elevaría su autoestima y el interés en el aprendizaje. Así, las posibilidades de desarrollo del país se verán potenciadas al ser mayor la cantidad de ciudadanos que puedan desarrollar plenamente sus capacidades, tomar decisiones y ocupar un lugar en la sociedad.


Para asegurar un proceso de aprendizaje exitoso, es clave implementar programas que acompañen a los niños desde su nacimiento asegurando un desarrollo equitativo en cuanto a nutrición, salud y recreación.


Es importante ayudar a la sustentabilidad de estos nuevos barrios a través de políticas orientadas a impulsar nuevos emprendimientos y la generación de empleo. Por ejemplo, un sistema de microcréditos acompañado con cursos obligatorios y asesorías en actividades productivas y formación de empresas.


La promoción de lugares de nuestro interior que cuentan con una baja densidad poblacional brindaría, tanto habitantes de las provincias como a inmigrantes de otros países, alternativas distintas a hacinarse en el área metropolitana de Buenos Aires.


Por lo general las villas se encentran en áreas y barrios deprimidos de la ciudad. Difícilmente las transformaciones que se realicen en una villa tendrán éxito si el barrio en donde se encuentra continúa degradado. Es necesario volcar una importante inversión en el espacio y el equipamiento público las zonas más postergadas convirtiendo a lo público en un mecanismo de igualdad social. Hablamos de bibliotecas, centros culturales, equipamiento deportivo, parques, plazas, espacios de juego, espacios para la tercera edad, centros de emprendimientos, etc. Hay que dejar atrás esa idea de que un edificio con equipamiento público en un barrio precario debe ser también precario. En estos edificios no se debe escatimar en calidad y excelencia arquitectónica de manera que constituyan verdaderos íconos, no solo para el barrio donde se levantan, sino también para sus alrededores, cambiando así radicalmente la connotación que esos barrios tienen actualmente convirtiéndolos en parte de un todo en el que todos podamos reconocernos.


Como en cualquier política pública, es clave una planificación y gestión económico-financiera integral que garantice una continuidad que supere los tiempos administrativos y electorales y la absoluta transparencia en el uso de los fondos públicos.


Es fundamental que toda la sociedad comprenda que con estas políticas no solo se mejoran las condiciones de vida de los más pobres sino el de la sociedad misma. Existen experiencias exitosas que así lo demuestran. Luego de años de violencia, la ciudad de Medellín realizó una fuerte inversión en educación. En los barrios más pobres se construyeron los denominados “parques-biblioteca”, concebidos como los edificios más emblemáticos de la ciudad y equipados para la realización de todo tipo de actividades culturales y recreativas. El resultado: mientras que en 1997 se producían 380 homicidios por cada cien mil habitantes, luego de esas políticas esa cifra bajó a menos de 30 homicidios por cada cien mil habitantes en 2006. Se cerró la puerta del delito abriendo otras.

Construir un país es construir ciudadanía y viceversa. Por eso la gran deuda que tenemos como sociedad es llevar desarrollo, empleo, salud, educación allí donde no lo hay y; por sobre todo, hacer posible que, independientemente de su condición social, cualquiera tenga la posibilidad de desarrollar sus capacidades para poder decidir y ocupar un lugar en la sociedad como fruto de su esfuerzo.

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